Roxanna Erdman
Camaleón
Siete días de plazo tenían los animales para escoger color. Los audaces se llevaron los más exóticos y brillantes; pavorreales, gallos y mariposas pidieron colores por docenas; los tímidos optaron por tonos discretos. Hubo a quien le dio igual y se puso el primero que encontró.
Sentado en una rama, el camaleón no podía decidir. Miraba la pasarela de animales recién coloreados, y pensaba y dudaba: “¿Azul? ¿café? ¿naranja con lunares blancos?” A veces las combinaciones que veía en el desfile lo ponían verde de envidia, otras amarillo de celos. “¿Negro? ¿rosado? ¿violeta con rayas escarlatas?” Rojo de vergüenza, no se animaba a formarse en la fila. Blanco del susto se preguntaba: “¿Turquesa? ¿dorado? ¿gris con un toque de beige?”
Entre duda e indecisión, el tiempo se le fue yendo. Los siete días se le convirtieron en años, en siglos y luego en milenios.
Ahí está todavía el camaleón, tenso sobre una rama, inmóvil, atento al arcoiris, al vuelo del cardenal y al reverdecer de la hierba; no se pierde un ocaso, no se le escapa una nube. Se le van los ojos con cada destello, cada sombra y cada tornasol.
De tanto pensar ni hambre le da. Cuando algún insecto invade su campo visual, no se lo come, como todos creen: lo borra al instante con su lengua de goma. El camaleón quiere analizar los colores puros, sin manchas de moscas o arañas.
Y ahí está todavía el camaleón, probándose color tras color, desechando este por llamativo, aquel por desteñido, el de allá porque no le sienta bien bien. Negro de coraje, sigue tratando de decidir.
y de ahí los bocetos:lo más inmediato, pero no por eso feo...
2.de esta idea, me gustaba más que fuera una barra de color, pero como había que terminarlo en tinta, pereferí una escena claramente b/n
3. (namás por no dejar) meeeh...
pero mi consentida es la 2, ahora nadamás habré de encontrar tiempo para hacerla
