lunes, 12 de enero de 2009

dos cosas, dos


Espero que nunca deje de parecerme de risa loca; espero, de verdad, que estas cosas nunca me agarren con cara de resignación. Entonces por partes, hay dos cosas al menos, dos:
gran parte de lo mucho que disfruto lo que hago es la comunicaci
ón perfectamente elemental, la territorialidad, esa que empezó con sonidos de un animal hace mucho tiempo y que nosotros todavía respetamos y entendemos de una forma ya casi extinta. Así como algunas personas todavía tienen el don de entender un olor natural contra un perfume, en algún momento fue muy claro cuando algo era sano o putrefacto, sin que nada lo tuviera que explicar o ratificar; así tal cual me gusta que se entienda lo que hago, que no se tenga que disfrazar, que todo tenga sentido cuando se ocupa un lugar, entender necesidades de muchos tipos y saber contestar en ese mismo idioma que nunca tiene la pregunta correcta. Me gusta, y mucho, que se entienda y me parece triste y soberbio pensarme incomprendida, es mas bien incapacidad y flojera; entonces, nada de incomprensiones.
hasta qué punto él que paga, o el mercadólogo (aka burro sin cola), etc. digamos, las personas con las decisiones finales tienen a bien pedirle a un cirujano que ampute una mano perfectamente sana, así namás, sin ningún argumento, ni siquiera tablitas, estadísticas (que tampóco es que digan mucho), pero vamos, ni esfuerzo se hace por comprender algo que es incomprensible a ritmo de espectacular en periférico. Pero total, ni falta que hace, es mi lana y me la chingo como quiero; y es muy válido, que conste que no me burlo.
El problema es una falta de respeto; nadie tiene porqué darse cuenta del esfuerzo enorme de un grupote de hormigas cargando un cachito de pan, pero, si así namás con ganas de saber le preguntas a alguien que se dedica con cariño a esa observaci
ón, tu parte es escuchar (no digo creer a ciegas) pero si no ¿para qué preguntas?
Lo chistoso es, que cuando hay algo bien hecho, comunica, entonces gusta y entonces es negocio y ese mero aniquila lo primero y cualquier promesa en vez de provocar un movimiento cíclico. Trato de que no sea puritanismo y soberbia, y tal vez sí lo es, pero a veces me faltan razones para querer seguirle haciendo de traductor simultáneo, sobretodo cuando me piden que aplique la de "huele a pan". Pues no, namás no.